El alcohol es un recurso literario que refiere a la capacidad del olvido. “Tomate esta botella conmigo y en el último trago nos vamos”. La postal de una cantina o un bar, viejo, cayéndose a pedazos y donde los heridos del corazón van a curar las dolencias.
Por supuesto, el “néctar” varía conforme la locación geográfica. El recurso biológico al alcance es el factor vital. No se puede concebir el tequila en la isla británica, por ejemplo.
Rusia: punto donde se atribuye el origen del vodka. Un destilado que proviene de plantas ricas en almidón, aunque en el idioma endémico de los anfitriones se refiera a cualquier bebida espirituosa. Para occidente, el vodka es el liquido transparente sin un sabor específico.
Y así parece que se quedan los “Diablos Rojos” y los “Tres Leones“. Con ese trago que no sabe a nada. Un partido por una “copa”, inodora, inodora e insípida. Una medalla de bronce que cualquiera cambiaría por jugar el domingo.
El partido que duele, el séptimo partido al que no se quiere llegar. Tan lejos y tan cerca. Si México vive como Sísifo con el quinto partido, en este caso, la desesperación debe de sobrepasar y ahí es cuando uno se pregunta si en verdad, vale la pena jugar ese partido.
¿90 minutos de disfrute o la prolongación de la agonía? Es un partido destinado a la sombra. La postal que se recuerda es del equipo que termina cargando la Copa del Mundo. No quién termina en tercero. Cuando menos, los perdedores arrancaron con las mismas posibilidades al minuto cero de competencia.
Pero igual, disfrutemos este Inglaterra vs Bélgica. El penúltimo brindis de Rusia 2018. Aunque sepa a poco, nos queda todavía menos futbol.
